
Estos acontecimientos dejaron al descubierto la enorme falta de inversión en servicios públicos de calidad. Mostraron hasta qué punto todos somos vulnerables cuando décadas de austeridad y fundamentalismo de mercado erosionan servicios públicos vitales, debilitan las protecciones sociales, infravaloran a los trabajadores de los servicios públicos y socavan las ayudas a estos trabajadores necesarias para mantenernos a salvo.