Teletrabajo y nuevas formas de empleo en los Servicios Públicos

En la tercera y última sesión del ciclo de talleres “la digitalización, los datos y el empleo público”, los participantes revisaron conceptos e ideas vinculadas a los procesos de digitalización y su impacto en el empleo público, a partir de un estudio realizado por la ISP y Nodo XXI, en el marco del proyecto Forsa.

“Todo parece indicar que el teletrabajo llegó para quedarse en los servicios públicos”, señala Giorgio Boccardo, sociólogo de la Universidad de Chile, director de la Fundación Nodo XXI y responsable del estudio sobre las nuevas formas de trabajo en el empleo público, efectuado en conjunto con la Internacional de Servicios Públicos, ISP. El experto estuvo a cargo de la charla de cierre de este ciclo de talleres destinado a jóvenes sindicalistas sobre digitalización y empleo público que se desarrolló el 29 de octubre vía Zoom.

"En algunos casos" - precisa - “el teletrabajo va a permanecer por la experiencia acumulada en pandemia, pero en general, lo que se está tratando de hacer es llevar la oficina a la casa, cuando en rigor el teletrabajo debiera implicar un cambio en las relaciones laborales, con jornadas pactadas mucho más flexibles, donde se puedan combinar tiempos de trabajo con tiempos de no trabajo, donde no hay que estar 24/7 conectados. Lo que hemos observado es que las personas, en pandemia, trabajan más horas, tienen más carga de trabajo y su jornada se ha desdibujado, por ejemplo, trabajan los fines de semana”.

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Teletrabajo y nuevas formas de empleo en los Servicios Públicos

Y aquí surge uno de los aspectos más preocupantes, en este momento: las leyes actuales permiten un desdibujamiento de la jornada laboral. “Hay como una zona gris donde muchas veces no está claro cómo van a quedar regulados los tiempos de conexión y cómo se va a organizar la carga laboral. Va a requerirse un trabajo muy activo de las organizaciones sindicales para hacer más claros esos grises que no quedaron resueltos en la ley”, advierte Boccardo.

En efecto, el estudio realizado por Nodo XXI y la ISP revela que hay muy pocas herramientas de fiscalización respecto de las condiciones en que se realiza el teletrabajo. “Por ejemplo, no hay ninguna regulación sobre ergonomía del puesto de trabajo, lo cual puede tener consecuencias muy importantes en términos de salud física y mental. No es solamente un problema económico, de quién paga estas herramientas, sino asegurar su calidad y que el teletrabajo se ejerza en condiciones, al menos, equivalentes a las que existen en los lugares tradicionales de trabajo. Eso no es tan fácil de lograr porque obviamente nos enfrenta a las desigualdades de vivienda, de hogares, de las condiciones que tiene cada persona. En el mundo presencial, de cierta forma, esta situación la equiparan las leyes, no así en teletrabajo, lo que implicaría un retroceso”, apunta el especialista.

Otro tema de preocupación, de acuerdo con la investigación, es el de los datos personales. “No hay mayor preocupación por las plataformas que se utilizan, qué datos se recolectan, si esos datos están minimizados y el uso que se les da, además de cómo se ejerce el control y la subordinación del trabajo, Ahí también hay vacíos que detectamos, que van a requerir de reformas”. También en términos de legislación, se observa que falta incorporar instancias de formación para el trabajo en las nuevas modalidades y considerar aspectos relacionados a las brechas de género.

Nuevos derechos laborales

Un aspecto importante que revela el estudio es que hay una erosión de los derechos laborales individuales y colectivos. “En ese contexto, no basta con defender los derechos sociales ya conquistados, sino que también hay que pensar en una nueva generación de derechos laborales, que protejan o que permitan disfrutar el sentido de las nuevas tecnologías”, apunta la investigación.

Asimismo, el trabajo de investigación recomienda poner atención en los siguientes puntos:

Importancia de incorporar la salud laboral física y mental

“El desdibujamiento de la jornada laboral debe ser pactada, y ahí es fundamental la acción sindical, no simplemente el pacto uno a uno. Las nuevas tecnologías no deberían implicar mayor carga e intensidad. Por el contrario, debería ser menos, es decir, si la tecnología está haciendo los trabajos más rutinarios, más pesados, se podría pensar que tendremos más tiempo disponible, y no menos. Entonces, hay que disputar los tiempos de conexión formales, no todo el tiempo de trabajo se tiene que estar conectado a una plataforma. Asimismo, hay que prohibir o regular el tiempo de conexión informal a plataformas sociales como whatsapp y otro tipo de chats, dependiendo las especificidades del trabajo.

mayor autonomía laboral

El teletrabajo requiere de mayor autonomía laboral, posibilidades de organizar el trabajo con menor y no con mayor supervisión, y negociar en torno al cumplimiento objetivo. Uno debiera poder organizar de manera mucho más flexible su jornada. Y no simplemente llevar la oficina a la casa.

Atención con las brechas de género, edad y formación

Si bien, el teletrabajo es visto como una posibilidad para conciliar trabajo remunerado y trabajo de cuidados, la experiencia muestra que eso está generando brechas de género y reproducción de roles, Esto es importante, porque en pandemia, el trabajo de cuidados ha recaído mucho más en las mujeres e incluso, ha significado que tengan que abandonar o renunciar al trabajo, y eso es una regresión en términos de avances de la lucha de mujeres, en más de una década.

La brecha digital puede significar dejar a una proporción de personas fuera de los servicios públicos, por lo tanto, hay que pensar en procesos de reconversión, formación continua para el trabajo y, por lo tanto, en una nueva generación de capacitaciones en los servicios públicos.

Protección de datos personales

Es importante que los datos personales que se recolecten a través de estas plataformas deben ser utilizados única y exclusivamente para fortalecer los servicios públicos, la calidad del trabajo de los servicios públicos y por lo tanto no debieran ser apropiables por cualquier otro. Hay que recordar que los datos también pueden ser una herramienta de control para quienes monopolizan esos mandos. Esta es una batalla crucial, donde las organizaciones sindicales tienen que echar a discutir, a dar ejemplo, incorporar en las negociaciones colectivas como un elemento central y estratégico.

A modo de conclusión, Giorgio Boccardo recalcó: “si las tecnologías van a traer beneficios, como reducir el trabajo más pesado o más rutinario, también tienen que aumentar los beneficios, es decir, si esto va a traer bienestar y beneficios para los usuarios, para el Estado, para los servicios públicos, también debe hacerlo para su fuerza de trabajo. Se puede retribuir en salarios, en jornada, pero si la tecnología efectivamente trae beneficios, esos beneficios tienen que ser redistribuidos entre el conjunto de los actores que participan de los servicios públicos”.

En la segunda mitad del taller, y a partir de los conocimientos aprendidos, los asistentes formaron grupos de trabajo en los que analizaron en la práctica las ventajas y amenazas que implica el uso de este tipo de tecnologías en los servicios públicos.