Los servicios públicos de calidad son esenciales para luchar contra la política reaccionaria

En el Día Mundial de los Servicios Públicos, es nuestro deber reiterar que los servicios públicos son la columna vertebral de nuestras sociedades. Crean cohesión social y solidaridad, y cuando se financian adecuadamente y se les da prioridad, la gente confía en las instituciones de gobierno.

Pero en todo el mundo, esta fe está siendo socavada. Lxs trabajadores saben que la economía no funciona para ellxs. Los intereses empresariales se han apoderado de la política gubernamental para poder salirse con la suya con la especulación, la privatización, el trabajo precario, la evasión fiscal y las prácticas corruptas, todo ello a expensas de nuestros servicios de primera línea.

Esto genera una indignación justificada, que no debe ignorarse ni desestimarse. Depende de nuestro movimiento sindical canalizar esta rabia en una acción colectiva que construya un trabajo decente y unos servicios públicos más fuertes en los que la gente pueda creer y que defienda.

El riesgo de la inacción es demasiado grande para ignorarlo. En todo el mundo están surgiendo fuerzas de extrema derecha, alimentadas por la inseguridad económica y la frustración. La gente se enfrenta a listas de espera médicas de un año de duración, a aulas desbordadas o carreteras en mal estado; en lugar de exigir mejores servicios, se les dice que culpen a los pobres, a los inmigrantes, a la asistencia social y al gobierno.

La voz de lxs trabajadores de los servicios públicos es vital para cuestionar estos discursos. Cuando los padres oyen que los profesores se ven obligados a comprar de su bolsillo el material escolar, exigen más fondos para las escuelas. Cuando las enfermeras hablan de cómo los precios de las grandes farmacéuticas les impiden salvar vidas de pacientes, crece el apoyo a las patentes públicas. Como sindicatos debemos conectar estas historias locales de primera línea con los cambios políticos necesarios para mejorar las cosas.

Por eso hemos llevado recientemente la voz de los cuidadores a las más altas instancias de la Organización Internacional del Trabajo: para defender que los cuidados sean reconocidos como un servicio público. Basanti Maharjan, agente comunitaria de salud y dirigente sindical de Nepal, pidió a los gobiernos reunidos que "reconozcan nuestro trabajo e inviertan en infraestructuras asistenciales. Nos enfrentamos a la escasez de personal, a la falta de medidas de seguridad social y de salud, y a una remuneración nula o baja. Con el apoyo de la ISP estamos luchando para cambiar esta situación. Estos servicios deberían ser un servicio público".

Gracias a testimonios como el suyo, convencimos a la OIT para que reconociera la responsabilidad primordial de los Estados en la prestación de cuidados y reconociera que el trabajo de lxs cuidadores no es una mercancía.

En todo el mundo, trabajadorxs de los servicios públicos como Maharjan defienden los servicios públicos y demuestran que existe una alternativa a la división y el miedo. En Argentina, lxs trabajadores protagonizaron una huelga nacional en la que cientos de miles de personas salieron a la calle para hacer frente a las políticas extremistas del Presidente Milei, que pretende recortar los servicios de primera línea y los salarios y promover la privatización. En Kenia, los médicos de KMPDU se enfrentaron a la violencia policial para defender un mejor sistema de salud para todos los kenianos. Y en el Congreso de la FSESP vimos cómo lxs trabajadores y los sindicatos de toda Europa están presionando a los gobiernos y a las instituciones de la UE para que abandonen las políticas neoliberales que han dañado los servicios de primera línea y han ayudado a la extrema derecha a ganar terreno.

Uniendo estas luchas podemos desafiar fuerzas que pueden parecer locales o exclusivas de nuestras circunstancias nacionales, pero que en realidad son globales y estructurales. Al hacer oír la voz de lxs trabajadores de los servicios públicos, podemos captar la imaginación pública, desafiar las narrativas negativas y construir nuestra fuerza colectiva. Los servicios públicos son nuestro antídoto contra el odio y la división.