Esquel: el reconocimiento de los trabajadores y la participación de la comunidad, claves del éxito de la gestión integral de residuos

Lo que se inició como experiencia piloto a mediados de los años ’90, es hoy una referencia para la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU). La revalorización de los trabajadores y trabajadoras, así como el involucramiento y compromiso del conjunto de la comunidad han sido clave para el buen funcionamiento del plan local.

Laura Maffei*

La ciudad de Esquel (Argentina) es una pequeña localidad turística de algo más de 40.000 habitantes, ubicada al oeste de la provincia argentina del Chubut, al pie de la Cordillera de los Andes. Cada día se generan algo más de 30 toneladas de residuos sólidos urbanos.

Sus pobladores tienen una fuerte relación con el entorno natural y el cuidado del ambiente. De hecho, la resistencia del pueblo de Esquel a la instalación de la minería del oro es un hito emblemático en la historia de las luchas socioambientales en América Latina[1].

Del vertedero a la Gestión Integral

Ya en 1995, mucho antes de la normativa y programas nacionales y provinciales para la gestión de residuos[2], el gobierno local comenzó a trabajar en la separación de residuos, entendido como un primer paso para avanzar hacia la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU).

Conscientes de la importancia fundamental de la separación en origen, la primera etapa consistió en sensibilizar a la comunidad. Para ello, se involucró a las instituciones educativas, en particular niños y niñas de los últimos años de la escuela primaria quienes fueron los verdaderos promotores y portavoces del proyecto en los hogares.

Otro elemento clave de la estrategia fue la revalorización de los trabajadores municipales que eran normalmente destinados al área de residuos, la cual se consideraba un área de menor interés y baja cualificación profesional. Siempre estuvo en mente el mantener el servicio dentro de la gestión municipal, brindado por trabajadores del municipio.

Inicialmente, los residuos orgánicos se transportaban a una planta de compostaje, y el resto de los desechos tenían como destino el vertedero. Con la sanción de la normativa nacional y provincial de residuos quedó instituido el marco para la implementación del plan GIRSU. Así, en 2009 se inauguraron la Planta de Tratamiento y el Relleno Sanitario de Esquel, que reciben además residuos de Trevelin (8.000 habitantes) y del Parque Nacional los Alerces.

Desde entonces hay un sistema de recolección selectiva que, tanto en la ciudad de Esquel como en la vecina Trevelin, es realizada por los trabajadores de los respectivos municipios. En Esquel, hay también Puntos Limpios y recepción de materiales reciclables en la Planta de Compostaje. En este último caso se implementó el programa “Ecocanje” por el cual se recibe una variedad de materiales reciclables –inclusive electrónicos- que se intercambian por compost producido en la planta a partir de residuos orgánicos generados en la localidad de Esquel, con un aprovechamiento estimado de 80%.

Por su parte, la Planta de Tratamiento recibe los residuos secos de Trevelin, del Parque Nacional y de Esquel, y es gestionada en su totalidad por la municipalidad de esta última localidad. En ella se recupera 30% de los residuos, que se clasifican, enfardan y almacenan para posterior venta.

El resto de los residuos tienen como destino final el relleno sanitario de Esquel, gestionado por esta municipalidad.

El sistema se sostiene con el pago por el servicio de recolección de los usuarios de Esquel, el cual se incluye en la boleta de energía. El cobro lo realiza la cooperativa de electricidad, que retiene 5% en concepto de gastos administrativos. El Parque Nacional y el municipio de Trevelin aportan proporcionalmente a las toneladas de residuos que generan, aunque hay en la actualidad un conflicto entre ambos municipios por falta de pago.

Trabajadores municipales: el combate a los contratos precarios

La municipalidad de Esquel tiene en total 810 trabajadores y trabajadoras, de los cuales 150 (18%) corresponden al área de residuos. Aproximadamente 60% de los trabajadores están afiliados al Sindicato de Obreros y Empleados Municipales de Esquel y Zona Oeste (SOEME-ZO) afiliado a la Confederación de Trabajadores Municipales de Argentina (CTM) afiliada a la ISO, en tanto que la sindicalización en el sub-sector de residuos alcanza 80%.

 

Si bien desde el gobierno local se reconoce y valora el papel de los trabajadores del sector, y aunque las condiciones laborales se consideran en general buenas: dialogo y participación de los trabajadores en la toma de decisiones, reconocimiento de insalubridad en salario y duración de jornada, condiciones de salud y seguridad, entre otras, el sindicato alerta sobre la creciente cantidad de trabajadores con contrato precario en los últimos años, que llega actualmente a 30%.

Esta situación es más pronunciada aún en otros municipios de la región. Por ejemplo, en Trevelin solo 40% de los trabajadores municipales son parte de la planta permanente, y el resto tiene contratos precarios. Esto, sumado al no reconocimiento de la representación gremial, se refleja también en la baja sindicalización, que apenas alcanza al 15%. Estos factores han provocado serios conflictos entre el sindicato y las autoridades locales en los últimos meses.

Desafíos para la gestión de los residuos y los trabajadores del sector

A pesar de lo exitoso del proceso vivido en la localidad de Esquel, que ha permitido reducir considerablemente la cantidad de residuos que llegan al relleno sanitario, éste se encuentra actualmente cercano al fin de su vida útil, por lo que el municipio ha solicitado recursos al gobierno nacional para la ampliación del mismo. También es un desafío permanente el involucramiento de la comunidad para poder mantener y mejorar la eficiencia de la recolección selectiva.

Se verifica también un deterioro de la maquinaria y herramientas de trabajo, lo que representa un mayor riesgo de salud y accidentes laborales. En ese sentido, el sindicato señala la necesidad de incorporar mayor cantidad de trabajadores, ya que con la planta actual las jornadas laborales se extienden más de lo deseable, lo que aumenta los riesgos. En general, esta es una de las debilidades que identifica la Estrategia Nacional de GIRSU.

Por otra parte, una de las mayores preocupaciones para la organización sindical es la creciente cantidad de contratos precarios. Además de la inestabilidad laboral, entre otras falencias los trabajadores que tienen este tipo de contratos no están cubiertos por las Aseguradoras de Riesgos de Trabajo (ART). Por ello, para el SOEME-ZO la prioridad es el pase a planta de los trabajadores que se desempeñan en las áreas de mayor riesgo laboral, como es el sector de residuos.

Este deterioro de las condiciones laborales debe leerse en el contexto de las actuales políticas argentinas de ajuste y flexibilización laboral, acompañadas con un recrudecimiento de la criminalización y represión de la protesta social. Posiblemente este escenario marque mucho de las agendas sindicales en el corto plazo.

Para el sindicato es un desafío generar procesos similares al de Esquel en otras localidades de la región en las que tiene representación, tanto por lo que puede representar como oportunidad para la mejora de las condiciones laborales y valorización de los trabajadores del sector, como por lo que implica en términos de salud ambiental y para la población.

Documentos


* Articulo preparado por Laura Maffei, asesora de la ISP, con entrevista a Jorge Luis Antipán, Antonio Osorio y Ángel Ramírez, representantes del Sindicato de Obreros y Empleados Municipales de Esquel y Zona Oeste (SOEME-ZO), afiliado a la Confederación de Trabajadores Municipales de Argentina (CTM). Este articulo forma parte de una serie de casos identificados en el sector de servicios municipales de residuos de la ISP en coincidencia con la primera reunión de sindicatos municipales de servicios de residuos de América Latina de la ISP que se celebró en Bogotá, Colombia, los días 28 y 29 de julio de 2017.


[1] En 2003, la presión popular forzó un plebiscito vinculante en el que más de 80% de los habitantes votó en sentido contrario a la instalación de una mina de oro en la localidad. Esta lucha es una de las primeras victorias populares de la resistencia al avance del extractivismo minero en América Latina.