Erradicar la violencia es parte de la labor sindical, dijeron lxs jóvenes de Paraguay

El martes 05 de octubre a las 18:00 hrs vía Zoom, la Internacional de Servicios Públicos (ISP) retomó la Escuela de Jóvenes Líderes en Paraguay, que se está llevando a cabo en el marco del proyecto Union to Union, con el Seminario “Violencia en el trabajo: géneros y trabajadorxs vulnerables”. El módulo 6 y primer encuentro de la segunda parte buscó explicar y visibilizar los tipos de violencia que se dan en los espacios de trabajo, con el fin de que las y los estudiantes entendiesen que son sujetas/os de derecho y que, tanto individual como colectivamente, tienen desafíos para erradicarla

La Secretaria Subregional de la ISP para el Cono Sur, Nayareth Quevedo, dio inicio a la jornada diciendo que “la pandemia ha demostrado como la violencia y el acoso son sistémicos en el mundo del trabajo, incluida, por cierto, la violencia de género”. En esta línea, las mujeres, los jóvenes y diversidades han estado en máxima vulnerabilidad por el aumento de trabajo de cuidados, la pérdida y/o disminución de ingresos y por las propias condiciones materiales y de infraestructura de sus hogares.

Explicó, además, que en dichos contextos las políticas de aislamiento social han sido de difícil aplicación y “han conducido a un aumento de los inaceptables elevados niveles de violencia doméstica y femicidios”. Quevedo cerró haciendo hincapié en la importancia del trabajo de la ISP en relación a la violencia por motivos de género, junto a la promoción a favor de la ratificación e implementación del Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y su recomendación 206 sobre el acoso y la violencia laboral.

A continuación, la docente y directora del Centro de Estudios del Trabajo (CETRA) María Fernanda Villegas, ex ministra de Desarrollo Social de la ex presidenta chilena Michelle Bachelet y encargada de este proceso formativo, tomó la palabra y expuso la definición de violencia de la OIT y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ambas la precisan como comportamientos agresivos u ofensivos de uno/a o más miembros del equipo de trabajo hacia otro/a individuo/a o grupo, con el objetivo de debilitar su condición hasta que renuncie o sea despedido/a.

En el origen de la violencia necesariamente está la discriminación arbitraria. Villegas la demarcó como una acción que se aplica sin explicación y/o fundamentos, solo por las características propias de la persona, tales como etnia, orientación sexual, identidad y expresión de género, edad, situación de discapacidad, sindicación, etc. Es importante apellidarla, ya que la discriminación no siempre tiene como resultado algo negativo, a veces se distingue a unos/as de otros/as para proteger, sin vulnerar derechos.

La violencia es una cuestión esencialmente de derechos, pero tiene costos, y esto es lo que los empleadores no han entendido.

La directora de CETRA prosiguió y afirmó que la violencia es fenómeno profundo y estructural, pues arrastra consigo un círculo histórico, social y cultural vicioso, que se origina en relaciones de poder y dominación y se expresa en prácticas sociales discriminatorias como el modelo patriarcal y el de acumulación, la xenofobia, el adultocentrismo, las desigualdades de género y la heteronorma, entre otras.

Pese a que la violencia nos acompaña desde hace muchísimos años, ha encontrado las formas de camuflarse. Según Peña, Ravelo y Sánchez, la explotación de la fuerza de trabajo persiste y se evidencia en el modo de producción actual, donde las y los trabajadores se enferman, mueren por extenuación, paro cardiaco o suicidio, al igual que en el esclavismo o sistema feudal.

La ex ministra indicó que la violencia laboral es multicausal; puede darse por las características de las personas y/o del entorno y contexto, es global; ocurre en todo el mundo y en cualquier categoría profesional, y polimórfica; es decir, abarca un conjunto de prácticas en el contexto de trabajo, tanto presencial como remotamente. Entre estas agresiones se encuentra el acoso laboral, la violencia psicológica y el acoso laboral sexual que, generalmente, lo vivencian grupos más vulnerables, tales como los sectores que atienden público, las mujeres, personas migrantes, comunidad LGBTIQ+, PSD’s y jóvenes.

“La violencia es una cuestión esencialmente de derechos, pero tiene costos, y esto es lo que los empleadores no han entendido”, aseguró la docente. Entre estos, que pueden ser directos o indirectos, está la menor productividad, el debilitamiento del prestigio e imagen de la empresa, el deterioro en la calidad de los servicios que se entregan, el alza de los costos; tanto para los/as usuarios/as finales como de manera interna, y las malas decisiones desencadenadas por mal clima laboral. Asimismo, en contexto de crisis las vulneraciones a los derechos humanos se incrementan y se expresa en la profundización de las desigualdades de género, de los riesgos laborales como acoso sexual o estrés, las nuevas formas de violencia y esclavitud moderna, y la fragilidad de los sistemas laborales.

Todas y todos los trabajadores tienen derecho a trabajar en un ambiente libre de violencia. Así lo aseguró Villegas, quien se apoyó en la normativa internacional e interna ratificada por Paraguay. Entre esas se encuentra la resolución 217 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, Declaración Belem do Para, la Constitución Nacional, Código del Trabajo, la Ley de Protección Integral de las Mujeres y los Decretos y Protocolos para la Función Pública. No obstante, tiene pendiente la ratificación del Convenio 187 de la OIT y el Convenio 190.

Los sindicatos no están para administrar la realidad, sino para transformarla, para hacerla mejor.

En 20 artículos el Convenio 190 define el concepto de violencia y acoso, establece alcances, lugares de ocurrencia y deberes del Estado. Este instrumento jurídico, que entró en vigencia en junio del 2021, es de carácter universal y ya ha sido ratificado por países como Argentina y Uruguay. Con un enfoque inclusivo y con perspectiva de género, tiene por objetivo proteger a las y los trabajadores formales o informales, de zonas urbanas o rurales y del sector privado o público, esta última dimensión fue un logro de la ISP y sus afiliados.

Para cerrar, la directora de CETRA enunció los desafíos del movimiento sindical. Al ser sujetos/as y titulares de derechos deben informarse, ejercer, demandar, exigir y proponer mejoras a los garantes. También, deben preocuparse que las acciones y medidas sean preventivas, contemplen acciones específicas, múltiples, a largo plazo e inmediatas y que se favorezca la participación. Además, deben ser corresponsables de crear una cultura contra la violencia y a favor de climas laborales saludables, evitando replicar conductas agresivas en el sindicato, poniendo el tema en la agenda de relaciones laborales, promoviendo campañas y acompañando y conteniendo a las y los supervivientes de situaciones de violencia.

“Los sindicatos no están para administrar la realidad, sino para transformarla, para hacerla mejor, para que la vida de hombres y mujeres en el espacio de trabajo sea de mejor calidad: con más equidad, menos dominación, con ejercicio de derechos pleno. ¿Es utópico lo que digo? Por supuesto, pero tenemos que empezar por alguna parte”, declaró Villegas. “Tenemos que actuar individualmente, pero también de forma colectiva. Creo que el tema de acoso y violencia es de tal magnitud y ataca tan esencialmente la dignidad de las personas que merece que lo tomemos muy en serio y que nos demos el tiempo para cambiar la realidad paraguaya”, finalizó