Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora

Este día nos hace presente, la importancia de organizar una lucha para sobrepasar la colonialidad del poder, asociada a la economía política del racismo y el capitalismo racial. 

La conmemoración del día surgió en el año 1992, en el encuentro que se realizó en República Dominicana, cuando mujeres negras de 32 países de América Latina y el Caribe decidieron visibilizar sus luchas y definir estrategias políticas que ayuden a mejorar su calidad de vida; así como también a erradicar el racismo y la discriminación racial desde una perspectiva de género. 

Las  Mujeres Afrodescendientes en América Latina y el Caribe,  históricamente  viven  múltiples  desigualdades  que  son parte  del racismo  estructural  y sistémico, causado por el esclavismo y pasado y presente colonial, las  cuales  se interseccionan,  creando  otras  dimensiones de desigualdades por su  origen de clase, de pobreza  y de género,  que les impiden tener los recursos  socio-económicos  y de poder necesarios para el logro de su autonomía  física  y económica y de toma de decisiones.   

Este día nos hace presente, la importancia de organizar una lucha para sobrepasar la colonialidad del poder, asociada a la economía política del racismo y el capitalismo racial 

A esto se suma la invisibilidad estadística, debido a que en muchos países no se pregunta sobre el origen étnico, la raza, así como las identidades sexo-genéricas o no binarias, información clave para contar con un panorama integral de la situación de la población Afrodescendiente.   

Para la Internacional de Servicios Públicos (ISP), y el sindicalismo inclusivo, que practica es muy importante vincular el combate al racismo con la superación de la discriminación de género y la búsqueda de la autonomía de las mujeres afrodescendientes en el mundo del trabajo que exige asumir como sociedad los grandes desafíos para su reconocimiento individual y colectivo como sujetos de derechos. 

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), hay una estimación mínima sobre la base de los datos de la última ronda censal de 16 países de AL, que permite llegar a una cifra aproximada de 134 millones de personas afrodescendientes. La población afrodescendiente de América Latina y el Caribe representa un 21% de la población total de nuestra región. Se trata de más de 108 millones de personas en Brasil, allí representa el 51% de la población; representan más de 10 millones de personas en Haití donde son más del 95% de la población; y entre unos 7% y 10% de la población en otros cinco países de América Latina como lo son Colombia, Costa Rica, Ecuador, Panamá y República Dominicana. 

En toda América Latina los colectivos racializados tienen una mayor probabilidad de encontrarse en situación de pobreza que el resto de la población. Si miramos, por ejemplo, el último panorama social de AL de la CEPAL de este año, encontramos que el 48% de la población afrodescendiente de Colombia y el 44% de la población afrodescendiente de Ecuador tienen ingresos por debajo de la línea de pobreza. 

En América Latina también los mercados laborales están caracterizados por brechas étnicas, raciales y de género en términos del acceso en la posibilidad de incorporarse al mercado de trabajo, así como también en términos de la calidad del empleo. Además, recordemos que el trabajo doméstico remunerado, donde dicha población y las mujeres afrodescendientes están sobrerrepresentadas, también son muy asociado a la temática de los cuidados.  

Entonces, tenemos que efectivamente mostrar, ser visibles, cómo se encarnan estas desigualdades en el caso de las mujeres afro descendientes, cómo necesitamos mirarlo con un enfoque interseccional y cómo se entrecruzan distintas dimensiones de las desigualdades como la económica, social, política, cultural, subjetiva, que se entrecruzan en estos contextos históricos específicos, generando modalidades de exclusión, de jerarquización y de desigualdad que efectivamente están afectando y de manera muy significativa a la población afrodescendiente, y en particular al colectivo de mujeres afro descendientes. 

Un estudio emprendido por la ISP, que propone repensar los regímenes laborales desde la decolonialidad, plantea que el racismo no puede abordarse sin una comprensión de su centralidad político-económica dentro del capitalismo, que produce y reproduce la explotación y división social del trabajo que pesa en el mundo.  La globalización ha afianzado estas divisiones del trabajo entre un "centro y una periferia" racializados que ahora operan más allá de la antigua metrópoli colonial del Norte Global, pero también dentro del Sur Global, por tanto, en América Latina y el Caribe y de manera particular sobre las mujeres; así como también sobre todas las identidades feminizadas. 

Por ello, la ISP ha propuesto como visión para su próximo período político la visión decolonial, como un enfoque transformador en su combate interseccional al racismo y la xenofobia, para acompañar la acción de nuestros sindicatos afiliados a apoyar nacionalmente cambios legislativos relativos a decolonizar el trabajo, activar las políticas sindicales afirmativas y a trabajar a nivel en la exigibilidad de normas internacionales en contra de la discriminación incluyendo las relativas al trabajo adoptadas por la OIT (Organización Internacional del Trabajo).