Carolina Espinoza: “Si lxs trabajadorxs de salud de Chile colapsamos, la más afectada será la población”

En esta entrevista, la dirigenta sindical chilena, integrante del Comité Mundial de Mujeres (WOC) de la Internacional de Servicios Públicos (ISP), habla sobre el agotamiento de las y los profesionales de salud primaria de Chile en el combate a la pandemia, las acciones de las organizaciones sindicales y sociales del país frente a la crisis socioeconómica, y la necesidad de una nueva Constitución de hecho transformadora que signifique la emancipación de las mujeres, el respecto a la plurinacionalidad y el fin del modelo neoliberal entrañado en la sociedad chilena desde hace décadas. Los días 15 y 16 de mayo la población de Chile elegirá las y los integrantes de la Convención encargada de redactar la nueva Carta Magna.

Espinoza es también vicepresidenta del Comité Regional de Mujeres de la ISP Interaméricas, dirigenta de la Confederación Nacional de Funcionarios de la Salud Municipalizada (CONFUSAM) y vocera de la Coordinación Nacional de Trabajadores NO+AFP y de la plataforma Unidad Social.

Hablamos en medio a movilizaciones de las y los trabajadores de salud primaria en Chile. ¿Podrías empezar explicando los motivos de las protestas?

Es una reacción bien desesperada. Evidentemente desde una perspectiva ética sentimos que no podemos parar, que no podemos hacer una huelga, pero en nuestra asamblea nacional constatamos que tal es el nivel de problema que tenemos… Por ejemplo, estamos entre un 25% y 30% del personal con licencias médicas. Por estrés, por problemas de salud asociados al agotamiento que tenemos en los servicios de salud. Nosotras y nosotros siempre hemos trabajado con un déficit estructural. Estamos mal acostumbrados a trabajar con escasez de recursos, que es un problema estructural que se hereda desde el tiempo de la dictadura de Augusto Pinochet, en la que se desmanteló el Servicio Nacional de Salud y se instaló las ISAPRE [Instituciones de Salud Previsional], el negocio de salud. Los trabajadores y trabajadoras de salud tenemos un súper compromiso y además tenemos esta herencia del Servicio Nacional de Salud que nos pone en un muy buen pie, porque tenemos una red pública de salud con un nivel de cobertura nacional total. Y también tenemos una cultura sanitaria en el personal y en la población. La población es muy obediente, es muy disciplinada en las indicaciones sanitarias, entonces, eso es un tremendo potencial que permite que vayamos haciendo las actividades, pero en esta pandemia tenemos el problema de déficit de recursos. No se ha reforzado el personal, estamos haciendo lo mismo, más las acciones de la pandemia. Por ejemplo, hemos avanzado en la vacunación de la población, de manera muy eficiente, pero eso se debe a lo que queda del Servicio Nacional de Salud, al compromiso de los trabajadores.

Carolina Espinoza
Carolina Espinoza

Pero eso nos está pasando en la cuenta porque a todo el problema estructural hoy día se adiciona un Ministerio de Salud, un gobierno que ha tenido una política errática. Nos dice una cosa, luego retrotrae, y hace otra. Por ejemplo, la estrategia de testeo, trazabilidad y aislamiento, que es el enfoque sanitario comunitario que nosotros venimos exigiendo desde el día uno de la pandemia: el gobierno nos la ha dado a la atención primaria, luego se la da a la SEREMI [Secretarías Regionales Ministeriales de Salud], que es otra entidad centralizada, que tiene muy poca capacidad territorial de atender. Asimismo, se ha centrado en las camas críticas y en los ventiladores, haciendo un espectáculo de eso, sin entregarle los recursos a la atención primaria a la salud que está en la comunidad.

¿Qué quiero decir? Que hay un problema estructural de poco financiamiento, pero que está empeorado por un ministerio que ha tenido una conducta criminal de toda su política. Todo eso no solo porque hay un desconocimiento del sector público – porque quienes están en el gobierno son empresarios, conocen las clínicas, las ISAPRE, pero no conocen al sector público que atiende al 80% de la población –, pero además la definición de prioridades tiene que ver con la economía, con que el negocio no pare para que las empresas no pierdan. El enfoque no ha estado en la vida, en la salud de la gente, y eso ha significado el impacto que hemos tenido, y la verdad es que hoy día las y los trabajadores de la salud ya no damos más. Estamos golpeados, estamos reventados, y frente a esta situación es que empezamos un ascenso de acciones de movilización, que no son huelga, pero sí que han buscado hacer ver esto y pedir auxilio para que se nos entreguen los recursos y se determine la condiciones reales y concretas para poder resolver esto, porque sentimos de verdad que vamos a caer. Vamos a terminar colapsando y si colapsamos nosotros, la más afectada será la población, la comunidad usuaria.

Justamente hay la consigna de la movilización: “Si nosotros caemos, Chile entero cae”.

Si nos caemos no va a haber quien atienda al 80% de Chile, que se atiende en el sistema público.

Esta consigna sale muy del alma, porque sentimos que hemos sido muy obsecuentes, muy disciplinados, tratando de colaborar, pero estamos llegando a un punto en que ya no podemos más. La verdad es que no estamos en las condiciones de como enfrentamos la primera ola, es decir, en 2020. Esta segunda ola que estamos viviendo estamos con a lo menos un cuarto menos de personal, y sin recursos. Entonces si nosotros caemos como nos está pasando, no vamos a poder brindar atención a la población en un momento en que pese a que hemos logrado vacunar de manera muy exitosa y eficiente a la población, hoy día estamos teniendo muertes de población joven, estamos teniendo uso de camas en los hospitales, camas críticas, del 95% y del 100%. Entonces es un llamado desesperado al Estado para que entregue los recursos y cuando estamos llamándole a eso, estamos también planteando que es urgente que el Estado provisione un salario de emergencia a la población. Porque las cuarentenas no se pueden implementar desde las familias que tienen que decidir si cuidarse del coronavirus o alimentarse, porque viven el día a día. La cuarentena no es real en las comunas populares, donde además la condición de vida es de mucho hacinamiento, de poca capacidad de resguardarse, de tener barbijos, pero porque fundamentalmente el gobierno no ha tenido una política de ayuda social y económica a las familias más desposeídas. Ha sido de verdad un ingreso de emergencia que ha llegado a muy poca gente y hemos tenido que usar fondos de los seguros de cesantía, de las cuentas de ahorro previsional como una medida de salvataje, porque no ha habido una política, pese a que nuestro país tiene macroeconómicamente una condición muy buena, tenemos estos fondos soberanos que están destinados para ayuda a la población en situaciones de catástrofes, sin embargo el gobierno no ha querido implementar un ingreso universal, ético, de emergencia para que la población pueda hacer cuarentena.

Entonces, estas son la dos principales demandas de nuestra movilización: si nos caemos no va a haber quien atienda al 80% de Chile, que se atiende en el sistema público, porque ya nos damos más, porque nos estamos cayendo, estamos cometiendo errores, porque estamos sobrepasados; y la exigencia de que la población pueda tener con que parar la olla para poder hacer la cuarentena de verdad y con eso cuidarse y contener los índices de contaminación que están llevando a la saturación a los servicios de salud.

Chile vive un momento crucial en su historia. Por supuesto, todos los países lo viven, por la pandemia, pero Chile además tiene el estallido social desde noviembre de 2019 y tiene un proceso constituyente. ¿Cómo en este contexto el movimiento sindical, específicamente las afiliadas a la ISP están actuando para que estos sucesos deriven realmente en transformaciones que pongan fin al modelo neoliberal de décadas, y no en su mantenimiento o hasta en retrocesos?

Hay que partir diciendo que efectivamente esta pandemia le vino como anillo al dedo al gobierno y al sector dominante que este gobierno representa, que es un puñado de familias que son dueñas de todo en el país. Y el propio presidente Sebastián Piñera es parte de una de estas familias, con la cuarta fortuna del país. Entonces es bien aberrante, aterrador, lo que nos ha pasado, porque con la excusa de la pandemia el gobierno ha reprimido toda expresión. Hay toque de queda y presencia de militares y policías desde el día uno de la pandemia y eso no ha cesado. Hay persecución a la dirigencia, hay seguimiento, hay escucha, inclusive ahora en estos últimos días Piñera ha llegado al descaro de amenazar a los canales de televisión que han tenido un par de periodistas que se han atrevido a decir lo que todos sabemos. Y el presidente de la República presiona a la línea editorial del canal de televisión, un canal de televisión sumamente funcional al sistema, no estamos hablando de nada revolucionario.

Es como si hubiéramos vuelto a la dictadura, un poco más maquillada, es cierto, pero finalmente están operando las mismas medidas de represión, de absoluta invisibilización de las actividades que seguimos haciendo las organizaciones sociales, entre ellas por supuesto los sindicatos, porque a partir de esta coyuntura de la pandemia empezamos a levantarnos, a poner en marcha una campaña que llamamos “sólo el pueblo ayuda al pueblo”. Hemos desarrollado comedores populares, ollas comunes, elaboración de mascarillas, escudos protectores, nos hemos ido reconvirtiendo todo este tejido social que se ha fortalecido con la revuelta popular para cuidarnos, para ayudarnos. Eso pasa incluso por apropiarnos de las redes, superando el manejo de los medios de comunicación funcionales al poder. Hoy día estamos en este camino de desarrollar asambleas y trabajo político y social desde las redes para cuidarnos.

Esta pandemia le vino como anillo al dedo al gobierno y al sector dominante que este gobierno representa, que es un puñado de familias que son dueñas de todo en el país.

Estamos luchando también por la libertad de los cientos de presos y presas políticas de la revuelta. Jóvenes, fundamentalmente, que fueron apresados y que han estado meses y ya más de un año detenidos, algunos acusados bajo montaje de tremendos delitos. Hay entonces una campaña de juntar recursos, apoyar con abogados, hacer sensibilización para luchar por su libertad. Porque sigue pasando que nos allanan: la sede de la comisión de derechos humanos autónoma que hay en Chile, tres, cuatro veces se han metido a robar los computadores. Hace un mes hubo sistemáticos allanamientos en las poblaciones de distintas ciudades del país en búsqueda de gente que tuvo participaciones presuntamente delictuales en la revuelta popular. Esto es un amedrentamiento tremendo, porque es revivir los tiempos de dictadura. Eso está pasando hoy día, y no se sabe en los medios de comunicación, no aparece en la televisión abierta del país. Entonces, ha sido bien brutal como esta pandemia ha venido a permitir que este gobierno acalle e impida el continuar esta movilización. Desde las organizaciones hemos planteado que estamos en un momento de cuidado, hemos dicho que debemos cuidarnos para volver y vencer porque efectivamente el gobierno no ha implementado buenas políticas de protección a la población, y, por lo tanto, se han desarrollado muchas estrategias desde la base social para cuidarnos y para evitar que esta pandemia sea más cruenta, pero también eso ha significado harto desgaste y harta desesperanza, porque uno dice: “30 años que Chile durmió y cuando despierta nos viene la pandemia”.

Estamos tratando de pensar que esto tiene que pasar en algún momento para que volvamos a estar con todas las fuerzas que se requieren, porque además el proceso de Convención Constitucional está muy encapsulado en la institucionalidad. Cuando decidimos hacernos parte de esto siempre concientizamos que era importante seguir saltando los torniquetes, empujando las limitaciones que hay para una real Asamblea Constituyente. Y el hecho de no poder movilizarnos, de no poder reunirnos, pone en mayor riesgo de que este proceso institucional de Convención Constitucional no logre las transformaciones estructurales que necesitamos para un Chile mejor.

Siempre hemos dicho, desde la coordinadora de la ISP en Chile, y desde la Unidad Social y los distintos espacios de articulación, que la lucha deberá ser en todos los campos. En el campo institucional, en la Convención Constitucional, pero también en las calles, ahora en la calle en pandemia, a través de las redes, digamos, haciendo conversatorios, haciendo asambleas populares constituyentes, temáticas, para darle contenido también a esta nueva Constitución. Ahí hemos seguido militando y trabajando este cambio estructural que demandamos.

Como integrante tanto del Comité Mundial de Mujeres de la ISP como del Comité Regional de Mujeres de la ISP Interaméricas, vienes participando intensamente de los debates sobre la crisis del cuidado y también sobre el Convenio 190 de la OIT sobre Violencia y Acoso en el Mundo del Trabajo. Chile va a tener una Asamblea Constituyente con paridad de género. ¿Crees ser posible insertar estos temas en la redacción de una nueva Constitución?

Estamos super empeñadas en eso. Desde el Comité de Mujeres de la ISP en Chile hemos hecho un tremendo trabajo, y que sentimos que ya ha rendido frutos porque está bastante asentada en la discusión de los colectivos feministas esta área que para nosotras es estratégica. El hecho de que tengamos una Convención Constitucional paritaria es un tremendo logro, pero hay que ser muy clara: no es porque tengamos 50 por ciento de mujeres vamos a tener efectivamente una mirada feminista y transformadora. No necesariamente, cierto? Ahora, estamos en este camino, así como tenemos que sacarnos de la cultura dominante, sacarnos este chip neoliberal que se nos ha metido en la cabeza, porque el modelo no solo es estable en los temas estructurales, también se mete en la forma de relacionar, el individualismo, la competencia, se nos ha instalado desde toda la cultura en nuestro país, por lo tanto, estamos en un proceso de sacarnos el neoliberalismo, y también sacarnos el machismo que tenemos todas y todos que hemos crecido en esta sociedad tan abusadora, tan extractivista, tan explotadora. En esta dinámica, desde los colectivos de mujeres y feministas entendemos que es estratégico este tema de avanzar hacia una sociedad con un sistema nacional de cuidados público, universal e integral. Cuando nosotras decimos “vamos a la asamblea feminista y plurinacional”, son dos elementos bien fuertes, que están consensuados, que en general todos los colectivos y todo el país progresista que quiere cambio lo hemos asumido.

Estamos en un proceso de sacarnos el neoliberalismo, y también sacarnos el machismo que tenemos todas y todos que hemos crecido en esta sociedad tan abusadora, tan extractivista, tan explotadora.

Y desde la ISP, nosotras nos planteamos como dos estrategias que creemos que son súper importantes. Una es la justicia fiscal, sobre la cual hay que darle mucho énfasis, mucho trabajo, porque es muy simple: si no tenemos justicia fiscal, todos los derechos sociales, la salud, la educación, las pensiones, no la vamos a poder implementar. La otra estrategia es hacer conciencia a respecto de la construcción de un sistema nacional de cuidados, de un Estado que reconozca el derecho humano al cuidado, porque cuando hablamos de tener una Constitución feminista, ¿en qué se traduce en el concreto? ¿En el lenguaje no sexista? Ya, bien, pero ¿cómo hacemos que efectivamente podamos tener una sociedad distinta? Es a la base de que logremos la concientización de que la única manera en que las mujeres podamos salir al mundo público en igualdad de condiciones es mediante terminar con esta división sexual del trabajo y/o esta responsabilización de las familias nomás en las medidas de cuidado que requerimos en la sociedad. Una manera de hacer concreta la posibilidad de una Constitución feminista en Chile es concientizando, reconociendo, recompensando las labores de cuidado para que las mujeres tengamos igualdad de condiciones en la sociedad.

Hemos estado como ISP muy comprometidas y comprometidos en el trabajo de ir irradiando estas dos posturas para que se expresen a nivel del proceso de Convención Constitucional, entonces hemos estado trabajando en tener nuestro manifiesto como sindicatos de servicios públicos en Chile, para entregárselo a los candidatos y candidatas a la Convención Constitucional, para que los suscriban también, y junto con ello, conversándolo y pidiéndolo en los debates que hacemos por redes sociales, así como también en estos procesos de asamblea popular constituyente que estamos desarrollando en los territorios y también en la áreas temáticas. Salud, vivienda, feminista, medio ambiente, estamos poniendo estos temas que son temas transversales y muy aportadores para el nuevo Chile que soñamos.