Una acalorada negociación para el tratado mundial sobre plásticos revela el desafío que supone la transición justa en este sector

La cuestión de la "transición justa" en el sector de los plásticos será uno de los temas más importantes durante las negociaciones para un tratado mundial y jurídicamente vinculante sobre los plásticos que se celebran esta semana en Nairobi (Kenia). Este texto fue publicado originalmente por Arthur Neslen en la revista Equal Times e incluye algunas citas de nuestra responsable de GLR, Daria Cibrario.

La palabra "plástico" hace pensar en muchas cosas: comodidad, falsedad, economía, cirugía. Cuando Shirley Payne piensa en plástico, recuerda una aterradora lucha contra la asfixia en febrero de 2023.

Pensé que iba a morir", dice esta antigua maestra de 77 años, cuyo jardín trasero linda con un complejo de refinería de plásticos de 144 millas cuadradas en Port Arthur, Texas, conocido como "el callejón del cáncer".

Shirley acababa de acostarse cuando "sentí que el lado derecho de la lengua se me hacía más grande", cuenta a Equal Times. "Intenté tragar pero no podía. La lengua no paraba de hincharse, así que cogí el teléfono y llamé a mi hijo por marcación rápida. Pero no podía decirle lo que me pasaba. Ni siquiera podía hablar. Vino directamente y me llevó al hospital. Para entonces, estaba en shock anafiláctico y tenía la lengua envuelta en una toalla. Me llegaba a medio pecho".

Los médicos trataron a Shirley con morfina y efedrina antes de enviarla a un especialista en alergias que, según ella, achacó el episodio a "algo en el aire".

Ahora, Shirley lleva consigo dos inhaladores de efedrina de emergencia a todas partes, pero el miedo a sufrir otro ataque le impide aventurarse al aire libre más de unos minutos seguidos.

"Es como si viviera en una burbuja", cuenta a Equal Times por teléfono desde Port Arthur. "Incluso me da miedo sentarme en el patio y respirar el aire del exterior. La calle está llena de polvo blanco y cada vez que pasa un coche levanta un penacho. Cuando llamé al ayuntamiento, me dijeron que no podían hacer nada porque la refinería es la propietaria de la calle. Es aterrador porque sé que mi vida corre peligro".

El marido de Shirley, trabajador del sector petroquímico, murió de cáncer de pulmón -tras sufrir durante años asbestosis-, en un microcosmos de la crisis sanitaria que afecta a su barrio.

La cuestión de cómo garantizar la justicia para personas como Shirley bullirá bajo la superficie en las negociaciones para un tratado mundial jurídicamente vinculante sobre los plásticos, que comenzaron el año pasado y se reanudarán en Nairobi (Kenia) en noviembre. Para comunidades como la de Shirley, el cambio no puede llegar lo suficientemente rápido.

Vivir y morir en una "ciudad envenenada"

Hasta una persona de cada 53 en Port Arthur se enfrenta a un riesgo excesivo de cáncer, según la organización de investigación periodística ProPublica. La cifra es 190 veces superior a la tasa aceptable de una persona de cada 10.000 según la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos.

Pero los habitantes de la zona afirman que las empresas que operan en Port Arthur -entre las que se encuentran ExxonMobil, Texaco/Motiva, Chevron, Valero Refining, Total, Shell y Saudi Refining/Saudi Aramco- y las autoridades han ignorado en gran medida el sufrimiento de la población, debido a que los habitantes de la ciudad son en su mayoría pobres, afroamericanos e hispanos, que históricamente han trabajado en las plantas.

John Beard es un antiguo funcionario sindical de United Steelworkers y fundador de la Red de Acción Comunitaria de Port Arthur que trabajó como operario en la refinería ExxonMobil de la ciudad durante 38 años.

Dice a Equal Times que los directivos de la empresa "no te conocen. No vamos juntos a la iglesia. No estamos en los mismos círculos sociales. Nuestros hijos no van juntos al colegio ni juegan en los mismos equipos de fútbol o baloncesto. No están en el equipo de animadoras ni en el club de teatro. No tenemos esa relación porque esas comunidades no se juntan ni tienen interfaz".

Beard dice que, debido a su trabajo, ahora tiene una capacidad pulmonar reducida, pero que muchos de sus compañeros de trabajo lo han pasado peor. "Un amigo mío descubrió el año pasado que había contraído una forma de leucemia", explica a Equal Times. "Otro compañero de Port Arthur murió hace entre 8 y 10 meses. Enfermó cuando nuestra planta estaba en huelga, se sometió a todas las pruebas y, cuando por fin determinaron que tenía cáncer, le dijeron: 'Te quedan seis semanas de vida como máximo y te enviamos de vuelta a casa para que puedas poner tus asuntos en orden'. Al final sólo tuvo cuatro semanas, y tres de ellas las pasó sedado a causa del dolor".

Beard recita los nombres y las historias de otros compañeros de trabajo que murieron de cáncer como si fueran las esquelas de un periódico comunitario. "Conozco a gente que se jubiló el viernes y el lunes ya no estaban", dice. "La mayoría de la gente no llega a vivir más de cinco años después de jubilarse. Yo estoy en mi sexto año, así que me considero bendecido, pero conozco a mucha gente que no, todo por trabajar en una planta y estar expuesto a estas cosas en el aire 24 horas al día, 7 días a la semana."

Una superviviente de cáncer local, Etta Hebert, tenía un marido que estaba en remisión del cáncer, una hija, una prima y una hermana que contrajeron cáncer, un ex marido que murió de cáncer de hígado y un hermano que murió de cáncer de próstata.

"Vivimos en un foco de cáncer muy evidente", afirma Beard. "Así es vivir en una ciudad envenenada. La gente está siendo sacrificada y estamos hartos de estar hartos. No queremos más plantas petroquímicas".

Productos químicos tóxicos, trabajo decente y un planeta sano

El sector es tan peligroso para trabajar que, en 2013, una sola refinería y planta química de ExxonMobil en Luisiana registró 76 accidentes -como incendios y explosiones- que provocaron la liberación de "casi medio millón de libras de productos químicos contaminantes en el aire".

Los trabajadores de las fases anteriores de la producción, refinado y transformación de plásticos pueden estar expuestos a aditivos químicos peligrosos como ftalatos, bisfenol A (BPA), plomo, sustancias perfluoradas (PFAS, que también se conocen como "sustancias químicas para siempre") y éteres difenílicos polibromados (PBDE). Estas sustancias pueden ser cancerígenas, tóxicas para la reproducción y alterar el sistema endocrino, pero muchos trabajadores -quizás la mayoría- no disponen de equipos de protección adecuados, y la cantidad de plásticos que se amontonan dificulta su eliminación por parte de los trabajadores, la industria o el planeta.

Sin embargo, para muchos trabajadores, la amenaza a corto plazo de perder el empleo puede pesar más que el temor a largo plazo de contraer una enfermedad terminal.

Tom Grinter, director de productos químicos de la federación sindical mundial IndustriAll, afirma: "Todo el mundo quiere vivir en un mundo en el que haya océanos limpios y sanos para nuestro planeta. Hay que proteger el planeta en el futuro y todo el mundo quiere colaborar para encontrar soluciones a los problemas medioambientales, pero obviamente no a expensas de la protección de los derechos de los trabajadores y de empleos decentes".

Y añade: "Para un trabajador del sector químico en Perú que se enfrenta al despido por el mero hecho de afiliarse a un sindicato, mantener el derecho a tener un sindicato prevalece sobre la cuestión de la economía circular a corto plazo."

La cuestión de la " transición justa " -de cómo ganar y mantener el apoyo de los trabajadores de los sectores de producción, transformación y refinado cuyos puestos de trabajo están en juego- será una de las patatas más calientes en el regateo del tratado sobre los plásticos.

Un alto funcionario de la Unión Europea que participa en las negociaciones y que habló bajo condición de anonimato, declaró a Equal Times: "Hay que prestar mucha atención a la parte anterior del ciclo de vida de los plásticos, pero quizá no de la forma que les gustaría a algunos sindicatos. Estamos hablando de un sector de producción que en algunos casos puede tener un impacto negativo en el medio ambiente, por lo que habrá un impacto negativo en la producción, y pueden pensar que eso tendría un impacto negativo en los puestos de trabajo de la industria. Eso está claro".

Beard dice que, por esta razón, los sindicatos tienen que ser matizados cuando hablan de poner fin a la era de los combustibles fósiles, porque de donde él viene: "Son palabras de lucha", como él dice.

En su lugar, propone un mensaje sencillo y claro a los trabajadores que se enfrentan a un despido: "'Si tu antiguo trabajo en la industria petroquímica termina el viernes, el lunes por la mañana entras en tu nuevo trabajo, limpio, verde, de energía renovable, con un buen salario, digno, sindicalizado, que te permita no perder ni una sola nómina'".

Reducir los plásticos para limitar el calentamiento global

Los plásticos son tan omnipresentes que se encuentran en todo, desde envases de alimentos y fetos hasta muebles y nieve fresca de la Antártida. En septiembre se encontraron microplásticos incluso en las nubes.

Sin embargo, los estudios indican que habrá que reducir su producción en un 75% de aquí a 2050 simplemente para cumplir el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 ºC. La tendencia, sin embargo, es a un aumento explosivo que la industria espera poder acomodar con una eliminación más ecológica.

La consultora londinense Euro Petroleum Consultants, por ejemplo, propuso una tasa de reciclado de plásticos del 75% para sortear un aumento de más del 100% en el uso de combustibles fósiles por parte del sector de aquí a 2050. La asociación comercial Plastics Europe reclama una "inversión masiva en infraestructuras de recogida, clasificación y reciclado a escala mundial".

Un negociador del tratado afirmó en privado que habrá que cortar las alas a la industria en un eventual tratado sobre los plásticos. "Es difícil llegar a un acuerdo sin obligaciones relativas al volumen de producción de plástico primario", dijo la fuente. "Creo que el debate gira en torno a poner algún tipo de limitación al crecimiento de la producción de plásticos".

Pero Estados Unidos está a la cabeza de las naciones que quieren mantener "planes de acción nacionales" voluntarios, y no es difícil ver por qué.

La producción mundial de plásticos contribuyó a impulsar el crecimiento económico de la posguerra, pasando de 2 millones de toneladas anuales en 1950 a unos 380 millones en 2015, con una producción acumulada de 6.300 millones de toneladas métricas de residuos. Con las tendencias actuales de producción y gestión de residuos, los residuos plásticos alcanzarán los 12.000 millones de toneladas métricas en 2050. Además, dado que las emisiones del ciclo de vida del sector del plástico ascendieron a 1,3 gigatoneladas de CO2 equivalente en 2020, para 2050 se prevé que esa cifra casi se triplique y alcance las 3,2 gigatoneladas, lo que podría condenar a las generaciones futuras a un cambio climático galopante.

Con un valor de mercado mundial de 593.000 millones de dólares en 2021, los plásticos son el regalo que sigue dando a los inversores. "La vida en plástico es fantástica", decía la canción Barbie Girl de Aqua.

Pero el precio de la bonanza inversora lo han pagado la flora y la fauna del mundo -con un coste anual de unos 3,7 billones de dólares-, así como los trabajadores de la industria y sus comunidades, por una suma que nunca se ha calculado.

En la actualidad, sólo se recicla el 9% de los residuos plásticos, siendo mucho más habituales los vertederos y la incineración, a pesar del coste medioambiental. El resto desfigura las zonas costeras, el aire, la tierra y nuestros cuerpos por igual. En un estudio realizado el año pasado se encontraron microplásticos, que pueden transportar sustancias químicas tóxicas y estimular la liberación de disruptores endocrinos, en el 75% de las muestras de leche materna .

Gravar a las multinacionales para financiar los servicios públicos de residuos

Según Daria Cibrario, responsable de políticas de la Internacional de Servicios Públicos (ISP), el tratado sobre los plásticos tiene un gran potencial para cambiar esta situación si va acompañado de una oleada mundial de "inversiones públicas adecuadas" en la recogida de residuos municipales. Cibrario reclama nuevos esfuerzos legislativos y soluciones totalmente biodegradables.

"Las autoridades públicas deben ser audaces y no limitarse a subcontratar estas actividades al sector privado, que a menudo se nutre de trabajadores vulnerables como los recicladores y predica los beneficios de la economía de mercado", afirma Daria Cibrario (ISP).

"Cuando existe una amenaza para la vida en el planeta, no podemos confiar en las soluciones de mercado. Las empresas privadas no reguladas crearon el problema. Es responsabilidad de los Estados responsabilizar a los actores corporativos y asegurarse de que pagan lo que les corresponde para arreglar el problema."

Continúa: "Debemos invertir no sólo en infraestructuras de gestión de residuos -equipar a los países para que tengan una recogida, clasificación, transporte y eliminación seguros-, sino también en el personal. Debe haber un refuerzo de las finanzas de los gobiernos locales orientado a crear también infraestructuras humanas". Los fondos deberían recaudarse gravando a las multinacionales contaminantes, afirma.

Gerardo Gabriel Juara, secretario de Medio Ambiente de la Asociación de Trabajadores del Medio Ambiente de Buenos Aires, está de acuerdo: "Está claro que naciones y empresas deben asumir un compromiso colectivo de transición hacia más y mejores empleos en la cadena del plástico y en sus tareas auxiliares", afirma.

Adoum Hadji Tchéré, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Municipales de Chad (Synacot), pide a los Estados que fomenten los plásticos biodegradables y conciencien sobre su reutilización, reciclado y reducción.

"La contaminación por plásticos es un gran peligro para nuestros miembros de los servicios de residuos, ya que provoca infecciones respiratorias. Además, la obstrucción del drenaje del agua por residuos plásticos provoca peligrosos desbordamientos cuando llueve: la consecuencia es que nuestros miembros se ven obligados a retirar los atascos de plástico, lo que aumenta su carga de trabajo y crea más riesgos laborales en el trabajo", afirma.

No dejar atrás a ningún trabajador

En todo el mundo, entre 15 y 20 millones de personas trabajan en la economía informal del reciclaje, y otros cuatro millones en el sector formal, según la Organización Internacional del Trabajo. Muchos caen enfermos o agotan sus días trabajando sobre montañas de basura que pueden elevarse hasta 6 metros de altura en lugares como el vertedero de Dandora, en Nairobi, afectado por una alerta de cólera en 2018.

Los sindicatos y muchos ecologistas quieren ver a todos los trabajadores de residuos -incluidos los recicladores- en condiciones de trabajo decentes, al tiempo que garantizan que los trabajadores aguas arriba no se queden atrás.

"No podemos confiar en un ejército de trabajadores pobres para implementar la visión utópica de una economía circular, donde el 100% de los residuos plásticos se reciclan y las empresas pueden seguir produciendo", advierte Cibrario. "Los trabajadores del sector de los residuos se encuentran a veces en condiciones tan precarias, sin contratos, sin EPI [equipos de protección individual], sin formación e incluso sin seguridad social básica. Muchos de ellos, que trabajan en vertederos ilegales, quieren mantener su derecho al trabajo. Nosotros les decimos: '¡Tenéis derecho a trabajar, pero a un trabajo decente!".

Las multinacionales y las asociaciones de la industria del plástico se han aliado en ocasiones con algunos grupos de recicladores, en una tendencia que los sindicatos consideran cínica y divisoria.

Bert De Wel, coordinador mundial de política climática de la Confederación Sindical Internacional (CSI), añade: "Centrarse en los recicladores [en las negociaciones] es muy importante, ya que son los trabajadores más vulnerables de la cadena de valor, pero no es políticamente neutro. Desplaza la atención hacia la fase de residuos y reciclaje de plásticos, lo que a algunas partes les parece muy bien porque así no tienen que hablar de la prevención de residuos en origen".

La tercera Conferencia Intergubernamental de Negociación (INC3), que se celebra en la sede del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en Nairobi entre el 13 y el 19 de noviembre, abordará estas cuestiones, tras la publicación del primer proyecto de texto de negociación en septiembre.

El nuevo texto no contiene decisiones, sino un menú de múltiples opciones que un ecologista describió como "todos nuestros sueños y todas nuestras pesadillas". Queda por ver cuál de ellas triunfará.

La quinta y última ronda de negociaciones debería concluir a finales de 2024, y se espera que se alcance un tratado a principios de 2025.

Se espera que ese acuerdo introduzca medidas jurídicamente vinculantes en todas las fases del ciclo de vida de los plásticos, desde el sector petroquímico de producción, transformación y refinado hasta el sector de recogida de residuos municipales y recicladores.

Los plásticos: Plan B para la industria de los combustibles fósiles

Los productos petroquímicos se consideran un plan alternativo para la industria de los combustibles fósiles por su potencial para compensar la reducción de la demanda en otros sectores a medida que proliferan los vehículos eléctricos y avanza la revolución de las energías renovables. En la actualidad, los productos petroquímicos representan alrededor del 10% de todo el uso de combustibles fósiles.

Daniela Durán González, responsable de campañas jurídicas del Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL), explica a Equal Times: "A medida que avanzan las negociaciones, empezamos a ver con fuerza la presencia de industrias que ven en los plásticos un 'Plan B' para la industria de los combustibles fósiles. Los petroestados empiezan a oponerse y resistirse al avance de las negociaciones, y se están involucrando grandes productores de polímeros y precursores de plásticos y empresas muy vinculadas a los productores de petróleo y gas del mundo."

Otra funcionaria del CIEL, Jane Patton, dijo que en el último INC celebrado en París, los gigantes petroleros Shell y Exxon y la empresa química alemana BASF estaban entre las firmas que enviaron personal para ejercer presión.

Pero el funcionario de la UE que habló con Equal Times se opone a la idea de que los productores de plástico deban ser excluidos de las negociaciones porque tienen un conflicto de intereses. "Es normal que esas empresas participen en los debates", afirma la fuente anónima. "No significa que estemos de acuerdo con todo lo que dicen, pero nos preocuparía mucho que no estuvieran porque significaría que no se toman en serio lo que estamos haciendo".

Uno de los puntos cruciales de la negociación será la reducción obligatoria de la producción de plásticos a partir de combustibles fósiles. La propuesta se enfrenta a la oposición de Estados Unidos, las naciones del Golfo y algunos países asiáticos.

Un intento japonés de limitar el tratado a la contaminación marina y la eliminación de plásticos fue rechazado el año pasado. Más de 150 grupos de la sociedad civil y científicos firmaron una carta en la que se quejaban de las presiones de la industria en las negociaciones.

"Es obvio que los países e industrias dependientes de los combustibles fósiles están muy descontentos con los debates sobre las disposiciones que afectan a los volúmenes de producción de plásticos primarios", advierte el funcionario de la UE. "Será un área de discusión muy difícil".

Los países que se resisten argumentan que la contaminación por plásticos puede contenerse con programas de reutilización, reciclado y reducción de residuos que permitan seguir expandiendo la producción. Se cree que un grupo más ambicioso de 59 países apoyará los topes a la producción.

Según fuentes bien informadas, cuestiones como las subvenciones públicas a la producción de plásticos, la prohibición mundial de los plásticos de un solo uso y las restricciones a los productos químicos tóxicos también podrían ser puntos de inflexión en las conversaciones.

"Siempre necesitaremos plásticos"

La cuestión de quién financiará a los países que abandonen los plásticos insostenibles se convertirá inevitablemente en un foro de regateo, con preguntas como ¿quién se beneficia de ello?

El funcionario de la UE describió esta cuestión como "un asunto peliagudo" que, en última instancia, podría resolverse con ayudas bilaterales a través de organismos multilaterales, en lugar de un mecanismo financiero financiado por los gobiernos. Pero "hay un elemento importante de transformación industrial y económica que requerirá una considerable movilización de recursos a nivel nacional en todos los países", añade el funcionario.

Mientras grupos patronales como Plastics Europe abogan por una "producción sostenible de plásticos " durante décadas, Maike Niggemann, asesora política del sindicato IndustriAll, afirma que "siempre necesitaremos plásticos, no hay vuelta de hoja".

Los ecologistas quieren que se introduzcan cuanto antes más alternativas a los plásticos en la cadena de producción, pero Niggemann señala la enorme gama de productos que actualmente dependen de ellos.

"No es posible sustituir todos los plásticos, así que no creo que se produzca una 'eliminación progresiva' completa", afirma. "Habrá más circularidad. Buscaremos materias primas diferentes y puede que haya que eliminar algunos plásticos con propiedades peligrosas, pero un futuro totalmente sin plásticos no es un futuro deseable."

Un negociador consultado por Equal Times está de acuerdo: "Es difícil ver -incluso en escenarios muy optimistas- cómo podríamos llegar a un acuerdo con objetivos de reducción del volumen de plástico". Y prosigue: "Creo que la discusión gira en torno a poner algún tipo de limitación al crecimiento de la producción de plásticos".

De vuelta en Port Arthur, mientras sopesa las posibilidades de que las tormentas impulsadas por el calentamiento global se abatan cada vez con más fuerza sobre la costa de Texas, John Beard tiene una opinión diferente. "Esto es contaminación y la contaminación puede matar", dice. "Tenemos que cortar la cabeza de la serpiente, porque si estos productos son nocivos, no deberíamos exportarlos, y otros no deberían recibirlos".

Hay que decir a las empresas que se niegan a responsabilizarse de los daños que causan sus productos: "'Ya no tenéis mercado para hacer negocios'", afirma. "'No compraremos ningún producto que salga al mercado. Los eliminaremos gradualmente y ustedes quebrarán'".

"Sólo entienden de dinero", concluye Beard. "Cuando les quites la capacidad de ganar dinero, cambiarán su comportamiento".