Recursos clave sobre la digitalización para los sindicatos

La ISP ha elaborado estos recursos para ayudar a los sindicatos y a lxs trabajadores a reclamar poder sobre la digitalización en sus lugares de trabajo y en sus vidas.

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Antecedentes y contexto

Cuando se gobiernan bien, los avances digitales pueden beneficiar a los trabajadores, mejorar los servicios públicos, derribar las barreras de acceso y construir un poder democrático sobre nuestros bienes comunes de datos.

Pero si se orientan hacia la extracción privada, la digitalización exacerba la desigualdad, disminuye la influencia de los trabajadores, socava la democracia y otorga a las empresas privadas el control sobre los almacenes de información más importantes de la historia de la humanidad, para que los utilicen con los fines que les convengan.

Si los sindicatos están dispuestos a dar forma a la transformación digital en aras del interés público, existe una enorme oportunidad de aumentar el poder laboral, mejorar los servicios públicos y ganar control democrático sobre nuestros datos.

Pero para ello, debemos comprender cómo se está configurando la transformación actual para servir a los actores privados y estar preparados para desafiar eficazmente su poder.

Ganar este debate requiere desarrollar y comunicar eficazmente un modelo y una visión positivos y alternativos, en los que la transformación digital se gobierne públicamente y se configure para el bien colectivo.

Las cuestiones clave no son las tecnologías en sí, sino cómo se aplican, quién las aplica y con qué fin. Esto tiene profundas implicaciones para remodelar las relaciones de poder entre capital y trabajo.

La era digital pospandémica

COVID-19 ha mostrado con toda claridad cómo las herramientas digitales se han convertido en parte integrante de nuestro trabajo y nuestras sociedades.

En el sector público, los trabajadores se enfrentan a una mayor vigilancia y control, ya que los empleadores intentan mitigar los "riesgos" de lxs trabajadores a distancia.

Las autoridades y organismos públicos se movilizan rápidamente para implantar nuevos sistemas electrónicos que garanticen la seguridad de las personas. Pero este ritmo creciente de transformación digital del sector público está difuminando las fronteras, responsabilidades y dinámicas de poder entre los agentes públicos y privados.

Mientras nuestras economías se desploman, las acciones de Apple, Amazon, Alphabet, Microsoft y Facebook, propietarias de gran parte de la tecnología que utilizamos, subieron un 37% solo en los siete primeros meses de 2020.

Estos gigantes digitales ostentan ahora un nivel de poder e influencia sin precedentes sobre nuestros gobiernos... y nuestras vidas.

Los derechos colectivos sobre los datos y el Estado de los datos

Los datos son actualmente uno de los recursos más valiosos del mundo y, sin embargo, pocos gobiernos han desarrollado políticas o instituciones que garanticen su utilización para el bien público. Además, a diferencia de los recursos naturales, los datos son generados por el trabajo colectivo de usuarios y trabajadorxs que han cedido los derechos de este recurso sin una compensación adecuada.

Estos datos sólo tienen valor en su forma agregada, lo que les confiere la propiedad de un monopolio natural con todos los problemas económicos, sociales y políticos asociados que tales monopolios conllevan. De hecho, muchas formas de datos deberían considerarse un bien público y un recurso colectivo de la comunidad que los ha creado, del mismo modo que los recursos minerales son recursos colectivos de la nación bajo cuya tierra se encuentran.

Muchas empresas privadas -como los gigantes digitales- tienen ahora el monopolio de los datos que los gobiernos necesitan para operar servicios públicos críticos, y muchos gobiernos están cediendo los derechos de estos datos a las empresas sin comprender su valor.

Muchas formas de datos deberían considerarse un bien público

Google Maps y Uber poseen datos esenciales sobre los flujos de tráfico urbano, las empresas de cartografía genómica están recopilando bases de datos masivas sobre la secuenciación del ADN necesaria para desarrollar futuros medicamentos y Facebook puede influir en los resultados electorales sin apenas supervisión reguladora.

Los datos pueden ser una poderosa herramienta para mejorar los servicios públicos y los resultados para los trabajadores y nuestras comunidades. Sin embargo, los derechos sobre nuestros datos colectivos y las normas de gobernanza relativas a su uso y abuso están poco desarrollados en todo el mundo. Esto no es casualidad: es el resultado de una fuerte presión de la industria.

Los sindicatos debemos desarrollar rápidamente nuestra capacidad para desafiar este poder abogando por protecciones más fuertes y derechos de datos colectivos si queremos dar forma a la transformación digital que la pandemia ya ha acelerado.

Ganar un mundo digital que funcione para lxs trabajadores

No es la primera vez que lxs trabajadores y los sindicatos tienen que lidiar con la rápida introducción de nuevas tecnologías.

Sabemos que cuando los trabajadores no participan en la transformación, esto conduce a:

• Reducción de costes y pérdida de puestos de trabajo

• Servicios públicos menos receptivos y accesibles

• Más trabajo precario e informal y desindicalización

• Facilitar la privatización y crear dependencia de las instituciones públicas respecto a los proveedores privados de tecnología digital

• Mayor vigilancia y control de los trabajadores en el lugar de trabajo e intensificación del trabajo, con los consiguientes riesgos para la salud y la seguridad.

El compromiso de la ISP con la digitalización se centra en presentar una alternativa a este enfoque, en la que el cambio digital sirva al interés público.

Evitamos discutir sobre las tecnologías, analizando en cambio a qué intereses se sirve actualmente y cómo remodelar las transformaciones digitales de manera que beneficien a los trabajadores y a la sociedad.

Para ello es necesario exigir que los sindicatos participen en todas las transformaciones digitales, ya sea a escala nacional, regional, local o sectorial. Y requiere asegurarse de que nuestros gobiernos ponen los intereses a largo plazo de su gente por encima de una fe ciega en los milagros de la tecnología digital.

La transformación digital exigirá mucho de nosotros como sindicatos de los servicios públicos.

Nosotros también debemos tener la previsión y el valor de cambiar.

Es hora de forjar nuestro propio futuro digital, basado en unos servicios públicos digitalmente democráticos, inclusivos y de alta calidad para todos.